Es un 3'5 sobre 5, puede que incluso un 3, pero redondeo hacia arriba y le pongo un 4 por su enorme sensibilidad y por lo que me ha hecho sentir. En realidad toda la novela se reduce a eso: sentimientos, miedos, secretos, cómo afectan a uno mismo y a su relación con los demás, cómo nos atrapan y nos marcan. Es una historia intensa, aunque apenas haya acción real; y, a pesar de que algunos aspectos técnicos se me han hecho incómodos, la sensación de opresión y de angustia, el peso en el estómago y en el corazón, han sido muy reales y hacen que me olvide un poco de todo lo demás. When the moon was ours es una novela englobada en el realismo mágico. Nos cuenta la historia de Miel y Sam: ella, una niña que surgió del agua y a la que le crecen rosas de una herida que tiene en la muñeca; él, un niño de ascendencia pakistaní, conocido en todo el pueblo por su afición a pintar lunas de cristal, metal o papel y colgarlas por ahí, como si fuesen linternas.
El día que la vieja torre del depósito de agua local fue derribada y Miel se formó a partir del agua vertida delante de todos los vecinos, Sam fue el único que se acercó a ella para tratar de calmarla. Dio así inicio una fuerte amistad entre ellos, que no tardó en convertirse en amor cuando crecieron. Pero los recuerdos que Miel tiene de su vida anterior son oscuros y confusos, un terreno peligroso al que no quiere arrastrar a Sam, y este vive en un conflicto constante por intentar comprender su propia identidad. Todo lo que no dicen, por miedo o por incomprensión, es en torno a lo que gira la trama, que se pone en marcha cuando las hermanas Bonner (cuatro chicas famosas en el pueblo por conseguir siempre lo que desean) comienzan a interesarse por las rosas de Miel y sus supuestos "poderes". Me resulta difícil hablar de la estructura de la novela, porque la historia está tejida como una red, más que avanzar de forma lineal. Cada cosa que ocurre, cada pequeño punto de inflexión, desata a su vez reflexiones sobre hechos pasados, estableciendo conexiones, o desbloquea más recuerdos enterrados, en el caso de Miel. Los personajes pasan mucho más tiempo pensando que hablando, saltando de delante atrás, de tal forma que sientes que lo realmente importante es lo que pasó y lo que tiene que pasar, más que lo que está pasando. Y, aun así, lo que está pasando es lo que marca el camino a todos los implicados para resolver los conflictos que tienen en el aire. Esto le da a la novela un tono extremadamente intimista. El lector está aquí para ver cómo se derrumban, recomponen, vuelven a derrumbarse y vuelven a recomponerse los corazones de los personajes. Cómo van avanzando (muchas veces dando tumbos) hasta encontrar las respuestas que buscaban, que no dejan de estar dentro de ellos mismos. Eso es lo más importante y es lo que vais a encontrar en When the moon was ours, más que un argumento, una estructura o unas características más convencionales y definidas. Con respecto a los personajes, los más trabajados son Sam y Miel, aunque las hermanas Bonner, Aracely e incluso Yasmin (la madre de Sam) les pisan los talones. El elenco de secundarios está dominado por las mujeres y todas ellas son muy potentes, cada una con su propia historia y sus propias motivaciones. Ese es un gran rasgo que comparten todos los personajes, en realidad: aunque Miel y Sam orbitan siempre el uno en torno al otro por lo mucho que se aman, el conflicto no se reduce a su relación. Ella tiene un pasado con el que reconciliarse, algo que solo le concierne a ella; él tiene que enfrentarse a su realidad como transgénero, algo que lleva esquivando toda la vida, buscando excusas para engañarse a sí mismo, y resolver eso también es algo que solo le concierne a él. Del mismo modo, Aracely tiene una trama propia con Miel, la niña a la que decidió acoger en su casa cuando apareció. Yasmin tiene una trama propia con su hijo y los orígenes de ambos. Las Bonner, a pesar de centrar su atención en Miel, tienen sus secretos y sus planes, que no tienen nada que ver con Miel en sí. De esta forma, aunque la historia de amor de los protagonistas es tan intensa y tan estrecha (y, aun así, lejos de ser perfecta), no llegas a tener la sensación de que alguien sea el centro del universo hacia el que confluye todo lo demás. La novela entera habla sobre la identidad. El caso de Sam es quizá el más explícito, por razones obvias, pero el resto también tiene, en un grado u otro, algo que necesitan enfrentar para comprender quiénes son, qué es lo que los define realmente, más allá de los prejuicios impuestos desde fuera, y romper las barreras del miedo y el silencio. También habla de amor, por supuesto; amor familiar y amor de pareja. Confianza, honestidad, sacrificio. Con Sam y Miel, además, McLemore nos muestra el proceso para aprender a amarse físicamente, cómo enfocar el sexo cuando Sam aún tiene muchas cosas que no es capaz de enfrentar, y las dificultades y baches que ambos tienen que ir superando como pareja. La delicadeza con la que nos introduce en esa intimidad y comparte con los lectores cosas que están tan cerca de su corazón (la propia McLemore explica en las notas cómo su historia personal con su marido inspiró esta novela) es uno de los puntos fuertes del libro, junto con el proceso de aceptación de Sam. El aspecto en el que más queja tengo es el técnico. Un estilo narrativo tan reflexivo y explicativo no tendría por qué ser un problema en sí, pero hay asuntos a los que da demasiadas vueltas o sobre los que vuelve una y otra vez con frases o expresiones casi idénticas, de tal forma que a veces se siente demasiado redundante. Eso, sumado al tono tan introvertido, puede terminar haciendo cansina la lectura. Pero, por otro lado, la prosa de McLemore es tan preciosista, casi poética, que crea unas imágenes de enorme personalidad. Escribe apelando a los sentidos constantemente, jugando con aromas, colores, flores, especias, sabores. El texto respira, es muy visual, muy rico, y he lamentado no tener más soltura con el inglés para poder disfrutarlo en todo su esplendor. Así que, aunque el realismo mágico nunca ha sido especialmente santo de mi devoción (mucho menos en inglés, porque estoy lejos de ser una experta), al final he disfrutado bastante esta obra. Merece la pena darle una oportunidad y acompañar a Sam y a Miel; ha sido muy enriquecedor, no solo como lectora, sino como mujer cis, por ayudarme a comprender mejor temas de los que aún sé muy poco. Si os gustan las historias de desarrollo de personajes, con este tono íntimo y reflexivo, además de preocupación por la representación y la diversidad, os la recomiendo.
0 Comments
Leave a Reply. |
DikanaLectora, correctora y maquetadora de ebooks. Contramaestre en La Nave Invisible. Escribo y reseño de todo. Cififangirl. ArchivosCategorías |